28/11/08

La Bruja Vampiro



VampyrCarl Theodor Dreyer, Francia-Alemania, 1932, Julian WestRena MandelJan HieronimkoHenriette Gérard.

Rodada en 1930 como una película muda a la que se añadieron los diálogos y los efectos de sonido La Extraña Aventura de David Gray (como se subtituló) resulta una película difícil, con una línea argumental confusa dominada por una atmósfera onírica creada a partir de unos tonos grises, pálidos y neblinosos presentes en todo el metraje merced a la importante labor de Rudolph Maté en la fotografía y a la audacia de Dreyer en emplear trucos tanto en el montaje como en el trabajo de cámara. En definitiva, la habilidad del realizador en explorar territorios del lenguaje del cine queda reflejada en esta obra artística.

Dreyer se basó lejanamente en varios relatos de Sheridan Le Fanu (Carmilla, en especial, pero también en La Posada del Dragón Volador y Las Criaturas del Espejo)  para ofrecernos un perturbador cuento cimentado en un lenguaje narrativo sin continuidad y que destroza los puntos de vista, una narración irreal en la que la creación de un mundo prevalece sobre la línea argumental lo que se traduce en unas imágenes de una poderosa fuerza visual sin conexión con la historia: el entierro del protagonista mostrado desde un punto de vista subjetivo, las sombras que se separan de sus dueños y que parecen asesinar a un hombre o el misterioso barquero que porta una guadaña y hace doblar las campanas son ejemplos de este mayor énfasis puesto en el aspecto visual respecto del resto de elementos de esta pesadilla cuasi surreal por la que se ofrece una visión diferente del vampirismo. Dreyer también expone aquí los temas que dominan su corta filmografía (catorce filmes, de ellos cinco sonoros) como son la muerte, lo religioso y el Mal.

Uno de los primeros relatos de terror psicológico La Bruja Vampiro recoge la herencia del expresionismo alemán a través de la iluminación con su juego de luces y sombras, emplea dobles exposiciones y es un ejemplo de cine a caballo entre el mudo y el sonoro (escaso diálogo, uso abundante de intertítulos como el libro que hace avanzar los hechos)...otro despliegue del talento visionario del director danés que se constituye en un golpe a las convenciones narrativas del cine a través de un héroe que es mero espectador de los extraños sucesos que ocurren (en el momento de mayor actividad es el viejo sirviente quien parece asumir el rol principal). Verdadera fantasía de horror, de pánicos atávicos del ser humano como los expuestos en El Resplandor, por ejemplo. Película inclasificable realizada en el auge del surrealismo y en pleno nacimiento y consolidación del género de terror (impulsado por la Universal) que condimenta ingredientes de ambos para aproximarse al universo de los fenómenos sobrenaturales cuya presencia se intuye, se siente de manera implícita más que explícita creando en el espectador una dosis elevada de desasosiego. Mérito en ello tiene el uso del montaje (por asociación de ideas) y la utilización de cierta imaginería del subconsciente colectivo (los elementos religiosos).

Es muy recomendable por no decir imprescindible visionarla en la edición de Criterion, edición que además de ofrecer una copia de la versión alemana digitalmente transferida a partir de la copia restaurada en 1998 nos permite acceder a varios extras interesantes (desde el guión original hasta un documental sobre Dreyer, además de incorporar los relatos de Le Fanu), edición que permite disfrutar del uso que hace el director del sonido, tanto de la banda sonora de Wolfgang Zeller como de los efectos, esos inquietantes ruidos de fondo (voces de niños, aullidos de perros y versos rituales que oye el protagonista en el hotel), además de poder observar mejor los tonos grises que dominan el film y que son tan definitorios en la concepción del horror onírico que destila la obra y que junto con el montaje consiguen la sensación en el espectador de sentir una presencia extraña.

Por último,destacar que el filme está rodado íntegramente en escenarios reales (un viejo castillo cercano a París) y que la mayor parte de los actores son no profesionales: reseñable es la presencia del productor del film, Julian West (como Allan Gray -el nombre del héroe depende de la versión puesto que Dreyer rodó varias a la vez-), el Barón Nicolás de Gunzburg, un tipo curioso, un auténtico"dandy" descendiente de una familia de aristócratas rusos que desarrolló su carrera en el círculo de la moda, siendo esta su única incursión en el mundo del cine del que era un apasionado y en la que ofrece una interpretación lánguida, inexpresiva que encaja perfectamente como parte del sueño que es el filme.

21/11/08

La Golfa



La ChienneJean Renoir, Francia,1931, Michel SimonJanie MarèzeGeorges Flamant.

Controvertido primer largo sonoro de Renoir que se basó en un libro de Georges De La Fouchardiere que, posteriormente, también adaptó el gran Fritz Lang (Perversidad, 1945). Estrenada en 1975 (!) en EEUU La Golfa es una obra "menor" pero de indudable interés por dos motivos fundamentales. Por una parte, su audacia técnica ejemplificada en movimientos de cámara, como por ejemplo cuando ésta "entra" por la ventana del apartamento, y, sobre todo, por el hecho de rodar en exteriores reales con -recordemos- la primitiva tecnología de principios del sonoro) y, por la otra, la crudeza en el desarrollo de su historia.

Historia de gente corriente desgranada con  ritmo lento y que cuenta con unas destacadas interpretaciones, no en vano para Renoir la dirección de actores era parte fundamental de su trabajo, tanto de ese icono del cine francés que es Michel Simon, quien encarna un personaje patético pero simpático, como de la malograda (falleció en accidente de tráfico solo un par de semanas después del rodaje) Janie Marèze actriz que le fue impuesta por el estudio al director ya que éste quería para el papel a su mujer Katherine Hessling, antigua modelo de su padre, el pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir, y motivo principal según el propio director francés para iniciarse en el mundo del cine. Fuera o no cierto esto último la claudicación por su parte en el tema de la asignación del personaje influyó en su inmediato divorcio que se produjo ese mismo año. Tampoco se debe olvidar la actuación del "chulo"(y repelente) Georges Flamant. Pero, sobresale el trabajo de Simon empleando su cuerpo para transmitir el perfil de su personaje a través de, por ejemplo, esos hombros caídos que denotan la falta de personalidad y que representan un claro recurso que ejemplifica el uso de la expresión corporal para actuar.

Encuadrada dentro del naturalismo, corriente de la que el propio Renoir o el mismo René Clair son claros exponentes y en la que se trataban historias de la "vida real", La Golfa es un film cruel y sórdido (el contraste entre el teatro de marionetas que sirve como introducción y el desarrollo de la trama es muy acentuado y aclaratorio) en el que las emociones y reacciones de los personajes cobran relevante importancia. Película que incluye ingredientes característicos del cine negro (la "femme fatale") y que se cierra con una conclusión llena de justicia poética (el desafortunado cajero es un vagabundo y el vividor Dedé es ejecutado). Final duro, trágico y violento que sirve de colofón a esta tragicomedia de la vida que plasma con una rica textura, sea por el sonido, la fotografía o la misma manera de hacer avanzar el relato, Jean Renoir, director admirado por Chaplin y Welles, entre otros, y que influyó de manera notable en movimientos cinematográficos como el neorrealismo italiano de la década siguiente o la "nouvelle vague" francesa de los años 60.

14/11/08

M, El Vampiro de Düsseldorf


MFritz Lang, Alemania, 1931, Peter LorreOtto WernickeGustaf Gründgens.

Ejercicio de estilo en la primera incursión en el cine sonoro del gran Lang, director con una sólida trayectoria silente y que aquí es capaz de emplear los recursos de la nueva tecnología de manera audaz, combinándolos con un excelente trabajo de cámara (más si consideramos la época en la que se rodó el film) y una notable fotografía de Fritz Arno Wagner, logrando como resultado de todo ello un producto actual por el que no pasan los años, un auténtico hito del cine (no en vano para el propio director M es su obra favorita junto con Furia).

Apoyándose en la, por aquellos años, habitual colaboración de su esposa, por aquella época, Thea Von Harbou, en el guión e inspirándose de manera lejana (al menos así lo afirman las malas lenguas aunque el propio Lang lo negara) en el caso estremecedor de Peter Kürten, verdadero "serial killer" apresado el año anterior del estreno de la cinta y ajusticiado un par de meses después del mismo, hechos que sin duda tenían presentes los espectadores de por aquel entonces, Fritz Lang consigue una obra cuya magna influencia se puede rastrear en Orson Welles o el cine negro en general (incluye en su temática muchos elementos "noir", eso sí, aquí no hay "femme fatale") y, por supuesto, todos los Lecters y cía que han venido después, una obra psicológica, quizás la primera sobre asesinos en serie, llena de suspense e innovadora en su lenguaje narrativo.

Con una asombrosa atención al mínimo detalle Lang desmenuza la caza del hombre llevada a cabo por los dos grupos, policía (cuenta con los medios técnicos) y crimen organizado (tiene ventaja en cuanto a los medios físicos), que se igualan convirtiéndose en uno con el soberbio uso del montaje en la escena en la que los integrantes de ambos discuten mediante la técnica "brainstorming" como llevar a término la tarea que se encomiendan. La descripción de una ciudad oscura cuya noche está repleta de sombras y enrarecida con una atmósfera opresiva y siniestra hace que nos situemos frente a algo incómodo, oculto, destilando todo el filme un aire fatalista tan presente en el cine negro clásico.

Análisis del posicionamiento de la sociedad frente al crimen, M nos hace reflexionar sobre el Estado de Derecho y el sistema punitivo, notando la necesidad de la existencia de leyes para evitar la justicia vengativa de la enervada turba (tema muy presente también en Furia, la primera película "americana" de Lang), además de poner sobre el tapete el tema de la indispensable libertad individual (otra cuestión que sobrevuela por la filmografía "langiana" de modo asiduo). En definitiva, estamos ante una interesante crítica social "pre-noir" con un excelente empleo del medio cinematográfico y en la que destaca, entre otros, el recurso sonoro: las escenas de tono semi-documental en las que se explican los métodos científicos (dactiloscopia, por ejemplo) que desarrolla la policía están narradas con una voz en "off", la creación pionera de un "leit- motiv" (oímos antes que vemos a Peter Lorre, lo sentimos) mediante un silbido (¡entonado por el propio Lang!) constituye un importante hallazgo que es explotado posteriormente en innumerables películas, asimismo, el recurso de intercalar imágenes de la vida del criminal con las de la investigación también se convierte en marca de fábrica de las cintas sobre asesinos en serie. Como se observa la importancia de M es notoria.

Destacable película con un estilo marcado por la combinación del sonido con la fuerza visual (la imagen del globo enganchado en los cables telefónicos o la de la escalera vacía mientras la madre llama a la niña son buena muestra), una puesta en escena con gran atención al detalle y un uso inteligente del montaje. Con una tensión acentuada por los efectos de sonido y la ausencia de partitura lo que le confiere mayor realismo (sobre todo al tono documental de ciertas escenas) y una atmósfera un tanto claustrofóbica creada gracias a la iluminación, al ritmo y al trabajo de cámara, M nos incita a disfrutar de la experimentación con el sonido en particular (el nuevo elemento del medio introducido en aquella época) y del cine en general, amén de hacernos reflexionar sobre aspectos candentes aún hoy en día: sin ir más lejos la presencia de la presión política o de la prensa e incluso de la propia sociedad sobre la investigación queda reflejada, sin olvidar los importantes debates aquí destacados anteriormente.

Mención aparte merece la gran interpretación del menudo Peter Lorre, actor que había destacado en papeles cómicos y que afrontaba su primer rol protagonista como ciudadano anónimo atormentado por sus demonios internos que lo compelen a cometer atroces actos sin poder evitarlo. La sensación de impotencia y de patetismo que nos transmite nos hace meditar sobre las actuaciones a llevar a cabo frente a estos casos.

Por último, también es reseñable el uso clásico y característico que hace Lang de ciertos elementos como los relojes (cuando la madre de Elsie está esperando a la pequeña o en la cacería que se lleva a cabo en el edificio de oficinas donde se refugia un asustado Lorre), los espejos (únicamente se refleja en ellos Lorre, tanto en su presentación con la voz en "off "de un policía como en los escaparates -recordemos La Mujer del Cuadro, por ejemplo- y/o cuando descubre la marca de tiza en su chaqueta) y/o las escaleras (todas largas en esta película, la muy fascinante e influyente en el cine negro escalera inicial con toda su carga de soledad mientras la madre llama a la hija, el ciego se sitúa con su tenderete de globos al pie de una escalera hacia fuera y/o la del antro en el que se desarrolla la redada (que nos recuerda a la de Los Sobornados con su simbolismo de adentrarse en otra vida o en las profundidades de la sociedad), además de insertar la tecnología de la vida real como un elemento más dentro de la historia (los medios de comunicación como el teléfono o la prensa). Y un instrumento clave para Lang: los crímenes son sugeridos y no mostrados de tal manera que es el espectador el que de acuerdo a su propia imaginación se los representa.

Por cierto, la tonadilla es parte de un segmento de una obra de música clásica de Eduard Grieg, Peer Gynt, concretamente En La Gruta del Rey de la Montaña.