24/4/09

Vampiresas



Gold Diggers of 1933Mervin LeRoy, EEUU, 1933, Joan BlondellAline Mc MahonRuby Keeler.

Rodada después del impacto comercial de La Calle 42 y con la Gran Depresión como eje vertebrador Vampiresas es otra muestra del desbordante talento del coreógrafo Busby Berkeley creador de unos números musicales relacionados con la política, el sexo y el dinero adelantados a su tiempo.

Basada en una obra de Broadway de principios de los años 20 que fue adaptada para la gran pantalla con anterioridad en 1929 por el que fuera director de la primera versión de El Halcón MaltésRoy del Ruth, y aún antes en 1923, Gold Diggers of 1933 inició una saga de "vampiresas" que se alargó con otros tres filmes en la década de los 30. Además de conformar con la citada La Calle 42 y con Desfile de Candilejas la trilogía con la que la Warner consiguió resucitar a un género musical que se encontraba en crisis a principios del decenio puesto que el público de la época prefería espectáculos más escapistas como el incipiente cine de gánsters, las comedias o, incluso, el western (Cimarrón ganó el Oscar a la Mejor Película en 1931); hecho que se resumía en la cantidad de musicales producidos en 1931: once que contrastan notablemente con los más de ochenta del año anterior o los sesenta de 1929.

La mayor parte del valor de este musical disfrazado de comedia radica en la aportación de Berkeley quien no duda en vestir a las chicas como monedas e instrumentos musicales o ejercitar su famoso plano desde el cielo para capturar las vistas caleidoscópicas tan características y, también, en apoyarse en los primeros planos de las bailarinas, lo que suponía toda una novedad para la época. Berkeley consigue integrar la cámara y la coreografía y hace que las bailarinas formen parte de figuras geométricas que se mueven con gran precisión. Como muestra sirven cualquiera de los números musicales, desde el inicial "We're in the Money" en el que se contrasta la opulencia del mismo numero con la crisis económica que se estaba viviendo (dinero), pasando por "Pettin' in the Park" con los planos de las piernas, el striptease en siluetas y las armaduras que visten las chicas para desgracia de los pretendientes (sexo, precisamente con la entrada en vigor del Código Hays este numero fue censurado en el reestreno de la obra y en las primeras copias para su emisión en la televisión) hasta el crudo e impactante final con "Remember my Forgotten Man(política), un numero que se aleja del escapismo para mostrar la fría realidad, algo muy en la linea del estudio, y en el que se plantea el fracaso de las políticas económicas del voluntarioso Herbert Hoover a través de la representación de la Marcha de los Bonos de 1932 en la que los veteranos de la Primera Guerra Mundial reclamaban lo prometido en 1925. Este numero impactó de tal modo a los productores que se decidió intercambiar el orden con "Sittin' in the Park" en la película de tal modo que cerrara la misma. Como curiosidad en esta película destaca la presencia en un breve papel del propio Berkeley, además de contar con la interpretación de Etta Moten, una de las primeras estrellas afroamericanas y la primera en actuar en la Casa Blanca.

10/4/09

El Kimono Carmesí




The Crimson KimonoSamuel Fuller, 1959, EEUU, Glenn CorbettJames Shigeta,Victoria Shaw.

Muestra de cine negro de Serie B El Kimono Carmesí se erige en reflexión sobre los prejuicios raciales y culturales de la sociedad a través de una narrativa funcional, directa y eficaz manejada con decisión por el casi siempre interesante Samuel Fuller. Precisamente muchos de los puntos fuertes de este director y guionista (que aquí también se encarga de las labores de producción) están incluidos en el film: las ricas caracterizaciones de los personajes, su compromiso social, movimientos de cámara complejos y sobriedad en el sentido de la composición.

Iniciada con un plano aéreo de la ciudad de Los Angeles de fuerte aroma noir y una trepidante escena que concluye con un asesinato en plena calle que se rodó con cámaras escondidas, tráfico real y transeúntes que no tenían conocimiento del rodaje (cuál seria su sorpresa al ver una "stripper" ligera de ropa correr desesperadamente), la película es de una funcionalidad y economía admirables. Además supone un acercamiento a la cultura japonesa de la que se nos muestran exposiciones de geishas, combates de Kendo (una suerte de esgrima), ceremonias religiosas y celebraciones en las calles del barrio nipón de la ciudad.

Película urbana con triángulo romántico interracial en la que la investigación policial queda relegada a un segundo plano para poner mayor énfasis en las diferencias culturales expuestas con gran habilidad técnica por Fuller mediante movimientos de cámara que acompañan y/o envuelven a los propios movimientos de los personajes: entrando a las habitaciones, siguiéndolos por las viviendas o cruzando las calles y en persecuciones o que nos muestran la presencia de los personajes que estaban fuera de campo (valgan como ejemplos la escena en la que Charlie intenta hacer las paces con Joe y de repente aparece en el plano Christine al moverse la cámara y el momento en el que Charlie va subiendo por las escaleras y la cámara lo sigue, subiendo suavemente con él en un ejercicio totalmente diferente a lo que se suele hacer en el cine negro; esto es, tomar la escalera desde ángulos imposibles o barrocos.

Obra muy avanzada a su tiempo respecto a su temática y de gran audacia como demuestra el beso final, imagen rara protagonizada por dos personas de diferente raza, algo insólito en el cine de aquellos años y posiblemente también en el actual, una de esas películas desconocidas que vale la pena visionar para admirar el estilo eficaz, directo, crudo y comprometido de un director a revalorizar...un director que invita a la reflexión y, en consecuencia, a la controversia y que no deja indiferente.

4/4/09

La Calle 42



42nd StreetLloyd Bacon, 1933, EEUU, Ruby KeelerWarner BaxterBebe Daniels.

En plena Depresión y en plena crisis del musical -hasta el punto en que los propietarios de las salas anunciaban algunas películas de titulo sospechoso con la coletilla "No es un musical"- la Warner revitalizó el género con esta entretenida y fresca producción gracias al enorme talento del coreógrafo Busby Berkeley quien inició con ella su fructífera colaboración con el estudio. La primera de la trilogía de musicales de la productora cortados por el mismo patrón junto con Vampiresas y Desfile de Candilejas contó con un gran presupuesto y obtuvo un mayor éxito comercial y puede que sea la primera película que narra la gestación de una obra de teatro además de presentar los clichés clásicos del cine musical de bastidores: desde la ingenua y cándida novata hasta la estrella temperamental un tanto engreída, pasando por el cínico director y el productor ricachón encaprichado de la artista principal; todo ello sin dejar de lado los grandes números musicales posibilitados por amplios presupuestos que permitían la contratación de repartos corales  plagados de estrellas. En el caso que nos ocupa aparecen Bebe Daniels, antigua actriz infantil, cantante y "partenaire" de Harold Lloyd en muchos de sus cortos (y que no solo consiguió realizar la transición del mudo al sonoro sino que diversificó su carrera artística hasta el punto de llegar a convertirse en estrella de la radio y la TV posteriormente), George Brent, galán de los años 30 y 40, un joven Dick Powell en una de sus primeras películas, Ginger Rogers que también estaba comenzando su carrera cinematográfica, Ruby Keeler, etc, etc...de entre esta combinación de gente consagrada y principiante sobresale el primer americano en ganar el Oscar al Mejor Actor por su papel de Cisco Kid en el film En el Viejo Arizona en la segunda entrega del premio (el primer actor en recibirlo fue Emil Jannings), Warner Baxter, que está colosal como el enfermo y exigente director empeñado en conseguir el éxito que le retire del mundo del espectáculo, una de esas interpretaciones que merecen ser recordadas y que ha pasado a la historia del cine por la frase mítica que corona su monólogo para motivar a la actriz bisoña: "Sales como una jovencita pero tienes que volver convertida en estrella".

Independientemente de estos ingredientes y del interesante trabajo del director Lloyd Bacon que llegó al proyecto en sustitución de un convaleciente Mervin LeRoy y además de desplegar un buen sentido del ritmo sabe captar el ambiente de bastidores con su presión, nervios y cansancio, la obra destaca por la aportación de Berkeley quien consigue desarrollar plenamente el estilo que ya anunciaba en sus trabajos con Eddie Cantor: las figuras caleidoscópicas, el uso de la cámara con sus movimientos y/o los ángulos en la que la sitúa en los números musicales, los cuales brillan por sus diseños espectaculares, la presencia de innumerables señoritas, los suntuosos decorados "art decó" y los diálogos ágiles, todo ello envuelto en un ritmo vertiginoso con efectos ópticos y zooms realmente innovadores. Por ello, no es extraño que aunque en una época en que la gente prefería ver películas de gánsters y comedias este film de tono realista (marca de fábrica de la Warner) realizado en y sobre la Depresión (se aprecian incontables referencias a la crisis económica a lo largo del metraje) que cuenta con un diálogo en el que impera el doble sentido (no en vano aún no ha entrado el Código Hays en vigor) se constituyera en un impacto comercial tal que salvó a la productora de la bancarrota.

Es curioso como un argumento tan manido posteriormente sigue cosechando éxito a través de las diferentes generaciones como lo prueban las adaptaciones que se realizaron en Broadway en la década de los 80 de gran repercusión en la taquilla y las influencias en otros muchos filmes, lo que atestigua que La Calle 42 es un más que recomendable musical con el agolpamiento de sus números al final de la cinta y una película fresca, entretenida y actual.

Por último, creo que es una obligación en este género hacer referencia a los compositores de las canciones que en este caso son Al Dubin y Harry Warren.