16/9/10

El Tesoro de Sierra Madre



The Treasure of Sierra MadreJohn Huston, 1948, EEUU, Humphrey BogartTim HoltWalter Huston.

El universo de John Huston luce en todo su esplendor ya en su segundo filme (si exceptúamos los que rodó durante la II Guerra Mundial) pues en esta fábula moral disfrazada de aventura observamos un cuidado guión elaborado por él mismo, el abrumador peso del destino y la fatalidad en el desenlace, un estudio psicológico concienzudo de los personajes que permite la lógica evolución y actuación de los mismos y una atmósfera plena de realismo naturalista merced a su decisión de rodar casi toda la película en exteriores, salvo las escenas nocturnas (decisión a la que en un principio se opuso el jefe del estudio Jack Warner), y a su modo de filmar intuitivo, el cual demuestra su capacidad de observación de la vida cotidiana. Y, todo ello, sin olvidar su maestría para tratar temas relacionados con el ser humano y su habilidad para adaptar novelas (en este caso la homónima del misterioso B.Traven), libros que aún abren más el campo del análisis de las conductas y/o emociones humanas.

Así, su segundo largometraje es una historia aparentemente llana y con un ritmo atípico en la que se expone sin concesiones la degradación y desintegración moral del personaje encarnado por Bogart (en, para muchos, su mejor papel), relato que nos deja momentos excelsos en los que queda retratada la ambición y la avaricia de los seres humanos: inolvidable la irrupción del cuarto hombre (Bruce Bennett) y el dilema moral que obliga a confrontar por los tres protagonistas principales, o la escena en la que Curtin (un eficaz Tim Holt) duda sobre qué hacer cuando se desploma la mina en la que se encuentra Dobbs, así como también la del lagarto que se esconde bajo la roca. Todas ellas botones de muestra de la fuerza y crudeza del filme.

La parábola que podemos hacer entre lo narrado por Huston y la época actual dominada por la actitud de poseer bienes materiales (y consumir) ejemplificada en las intenciones de cómo gastar el oro que cuenta Dobbs se cierra con una conclusión lógica según la psicología de cada personaje y, al igual que en la posterior La Jungla de Asfalto, marcada por el destino. Dobbs, quien al principio de la historia no duda en compartir el premio de la lotería como inversión regalada para su compañero de aventuras, sufre una paulatina transformación en la que la desconfianza y la codicia le van dominando y Curtin y Howard, por su parte, funcionan como contrapuntos al personaje-eje del relato pero con unos rasgos específicos y claramente delimitados: el joven honesto y con principios que lucha por conservar en el medio hostil en el que tiene que desenvolverse (una hostilidad que se presenta en forma tanto humana -con las actitudes de Dobbs- como natural -la montaña-) y el experto buscador de oro que ya ha vivido situaciones similares y, por consiguiente, tiene mayor capacidad de aceptación o adaptación a los hechos.

Como curiosidad destaca, entre otras, el cameo del director al principio de la historia y la consecución del Oscar por Walter Huston, única vez que padre e hijo obtuvieron el galardón por la misma película (John ganó en el apartado de Director y Guión). John Huston años más tarde también dirigió a su hija Angelica cuando ésta cosechó la estatuilla por El Honor de Los Prizzi, siendo la única familia con tres generaciones consecutivas venciendo en alguna categoría de los célebres premios y convirtiéndose el director en el único que ha conseguido dirigir a padre e hija en papeles que les han llevado a obtener un Oscar.

Imagen encontrada con Google utilizada únicamente con fines de ilustración. Los derechos pertenecen a sus creadores y/o propietarios.

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