24/4/11

Sólo los ángeles tienen alas



Only angels have wings, Howard Hawks, 1939, EEUU, Cary Grant, Jean Arthur, Thomas Mitchell.

El espléndido canto a la amistad que firma en esta película Howard Hawks debe ser uno de los más profundos y emotivos que se hayan rodado jamás. De una sensibilidad extrema Sólo los ángeles tienen alas encaja con naturalidad dentro del "corpus Hawksiano" pues profundiza en cuestiones clave desarrolladas a lo largo de su filmografía. Una obra en la que destaca su capacidad para rodar films de cualquier género, siendo pionero en alguno de ellos (Scarface, 1932, violenta incursión en el cine criminal) y alcanzando las más altas cotas en otros (la misma Scarface, la desternillante comedia La Fiera de mi Niña, 1938), consiguiendo desarrollar una evidente impronta personal bajo el imperio de los estudios a través de un estilo ágil y rápido, con una cámara sobria e imperceptible, muy alejado del de otros grandes directores coetáneos suyos como HitchcockFord o Welles con una marca visual más acusada. No obstante, el universo "hawksiano" es rápidamente identificable y, en esta ocasión, filma uno de sus trabajos más personales, no ya sólo por incluir episodios autobiográficos (Hawks era amante de los deportes de motor y llegó a ser piloto de coches y de aviones) o adaptar una historia propia, co-escribir con Jules Furthman el guión, producir y dirigir, sino por componer un relato en el que la lealtad y la camaradería (auténticos leitmotivs de su obra) son eje sobre el que pivota el mismo.

De los conceptos de amistad, honradez y fidelidad y de cómo enfrentan las personas la muerte trata este filme en el que se refleja el carácter vitalista de Howard Hawks y su modo de entender la vida. Estamos tratando de nociones de capital importancia para el cineasta que son presentadas con aparente ligereza o superficialidad pero siendo el calado emocional de la película muy hondo. La construcción del personaje interpretado por un soberbio Cary Grant es sintomática de las cuestiones expuestas a lo largo del relato: el líder espiritual del grupo es una persona comprensiva, solidaria y desprendida que tiene que camuflar sus verdaderos sentimientos bajo una coraza de dureza en aras de cohesionar la comunidad que representan los aviadores y hacer frente al fatalismo al que están destinados dada la dificultad de la empresa que acometen diariamente. El drama de la muerte es enseñado sin caer en sensiblerías y el espectador es consciente de su presencia constante para los protagonistas. A diferencia de en muchas películas del director, en esta ocasión el personaje femenino se limita a irrumpir en el mundo viril de los pilotos e intenta asumir sus códigos éticos siendo la subtrama romántica la menos afortunada del filme, probablemente porque el cineasta centra sus esfuerzos en el planteamiento de los valores citados sobre cualquier otra cuestión. Respecto a esto cabe decir que la aparición de una joven Rita Hayworth, en el papel que la lanzó a la fama, no hace virar la narración hacia un posible triángulo amoroso sino que la desarrolla en un aspecto mucho más interesante como puede ser el de la comunicación y la comprensión en el seno de una relación de pareja.



Entretenida película, mucho más que un relato de aventuras, en la que Hawks logra plasmar sus inquietudes, como siempre con un toque de humor, y logra captar las definiciones de las ideas de lealtad y de amistad (especialmente en la relación entre Carter y Kidd, tantas veces mostrada en sus filmes) además de incluir una buena historia de redención, protagonizada por la estrella del mudo Richard Barthelmess en la que era su re-aparición tras un hiato de tres años. No hay que olvidar algunas escenas de aviación realmente notables para la época capturadas en un imponente paisaje montañoso que juega un rol primordial en la trama. Precisamente, la película se vio recompensada con su nominación en la primera edición oficial de los Oscar que premiaba los efectos especiales por estas espectaculares escenas que demuestran la capacidad de innovación y anticipación de Hawks; sobre este particular cabe mencionar el hallazgo de la moneda trucada que sería utilizado por Bob Kane para definir a Dos Caras/Harvey Dent en el cómic de Batman (motivo recuperado por Cristopher Nolan en la adaptación que del personaje llevó a cabo en 2008, El Caballero Oscuro).



Sólo los ángeles tienen alas obtuvo éxito comercial pero pasa más o menos desapercibida dada la magnitud de los estrenos que se produjeron el año de su exhibición (el mítico 1939) y es un producto interesante que sirve de pretexto para conocer la obra de uno de los grandes directores de ayer, de hoy y, seguramente, de siempre.

22/4/11

Encadenados



Notorious, Alfred Hitchcock, 1946, EEUU, Cary Grant, Ingrid Bergman, Claude Rains.

Encadenados representa en la filmografía de Hitchcock el paso de su particular Rubicón puesto que en este filme las constantes vitales de la obra del director, ya anunciadas desde su etapa inglesa, cobran total protagonismo y quedan definidas desde su concepción de un universo visual propio y un uso exquisito de la técnica cinematográfica hasta algún tema recurrente como la elección entre amor y deber. En este sentido, Encadenados es la obra más personal del genial director y la que da, hasta la fecha de su realización, el salto cualitativo más importante. Mucho tuvo que ver el papel de productor que el propio director asumió bajo el manto de RKO -el estudio menos estudio- ya que las cotas de libertad creativa de las que disfrutó se vieron plasmadas en esta obra de estilo reconocible e inimitable que a través de su minimalismo y un tono aparentemente frío narra una de las historias de amor con mayor tensión sexual que se hayan rodado jamás, un relato de emociones profundas y humanas disimulado con el Mc Guffin de rigor -y visionario puesto que se trata de uranio camuflado en botellas de vino en una época en la que aún no se habían lanzado las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki ; aunque la película se comenzó a rodar poco después de los bombardeos la elección del Mc Guffin se produjo con anterioridad-. Qué habría sucedido si David O. Selznick hubiese seguido al frente del proyecto nunca se sabrá pero la venta de todo el paquete (historia, director, guionista y actriz principal) a la RKO para conseguir fondos con los que financiar Duelo al Sol propició que "Hitch" se hiciera cargo de la producción y superara la calidad, y por mucho, de su anterior filme bajo las órdenes del suntuoso productor (Recuerda), que contaba como aquí con guión de Ben Hecht y protagonismo de Ingrid Bergman.

El virtuosismo técnico de Hitchcock se demuestra en el uso de los elementos del medio tanto desde la vertiente sonora (excelente partitura de Roy Webb, fuerte y melodramática, subyacente pero sin cobrar protagonismo) como visual (profusión de primerísimos primeros planos, empleo de la cámara subjetiva para mostrar el punto de vista de los personajes) y descolla en la afamada escena que se inicia con la cámara enfocando desde arriba de las escaleras el vestíbulo en el que se encuentran los personajes y culmina descendiendo hasta un plano detalle de la llave en la mano de la Bergman. La habilidad del director para crear mediante una economía de medios notable una película del calado de ésta es asombrosa.



Uno de los mayores éxitos comerciales del año para la RKO en su añada más rentable Encadenados comienza con unos títulos de crédito que hoy en día pueden resultar desfasados para los más jóvenes (más si se compara con la reciente Código Fuente por lo de los edificios que comparten ambas), no así la historia pasional que desvela, interpretada además de por la actriz sueca por un Cary Grant excelso -nótese la rigidez de su expresión corporal- y por un Claude Rains que encarna un ¿villano? prototípico de Hitchcock: vulnerable y elegante, es engañado y en la conclusión del filme sentimos verdadera preocupación y/o lástima por él en ese descenso a los infiernos representado metafóricamente cuando acompaña a la pareja de enamorados bajo la escrutadora mirada de sus compañeros nazis por la escalera. Una vez más los "malos" hitchckonianos se esconden bajo una apariencia normal -el Doctor Anderson es un hombre incluso solícito- como en Los 39 Escalones o Con La Muerte En Los Talones.



Encadenados desarrolla de manera definitiva muchos de los componentes del cine de Hitchcock: la lucha entre el amor y el deber planteada en La Muchacha de Londres y/o en Sabotaje cobra mayor profundidad y se expone en un Devlin reprimido y amargado, el punto de vista subjetivo apuntado en Los 39 Escalones y trabajado en Recuerda se perfecciona aquí y el empleo de los recursos del medio alcanza un punto álgido despuntando en este ámbito el extraordinario trabajo con la cámara en este filme que se revaloriza con cada revisión que se hace del mismo.

Las imágenes han sido encontradas con Google y su uso es , únicamente, ilustrativo. Sus derechos pertenecen a sus creadores y/o propietarios.

18/4/11

Arizona



Destry rides again, George Marshall, 1939, EEUU, James Stewart, Marlene Dietrich, Brian Donlevy.

Western en clave de comedia rodado a rebufo del impacto de La Diligencia y que destaca por la sátira de los estereotipos del género y la inversión de los roles masculino/femenino hasta el punto que en la resolución de su trama las mujeres desempeñan un papel activo y fundamental, contando, además, con otro momento álgido en este sentido (una pelea entre mujeres). La participación activa de las féminas puede que se explique por la colaboración en el guión de Gertrude Purcell pero en cualquier caso es un elemento poco frecuente -especialmente- en el género y mucho menos suele ser habitual observarla de manera tan explícita como aquí.



El carácter atípico del filme se refuerza con el protagonismo de un héroe que se manifiesta a lo largo de la narración en contra del uso de las armas y con temperamento dialogante y tranquilo. Sin embargo, la previsible transformación que sufre el personaje para resolver el conflicto planteado resulta atropellada y queda poco explicada, derrumbándose así, en la conclusión del filme, todo el valor de la identidad construida a lo largo del relato. No obstante, el original planteamiento es un valor añadido de esta película y un elemento a destacar así como también lo es la reunión de dos mitos de la interpretación del cine de Hollywood: una Marlene Dietrich en horas bajas y un James Stewart en plena consagración.

La película cosechó gran éxito tanto de público como de crítica relanzando la carrera de la actriz de origen alemán que está correcta en un papel que recuerda al de su eclosión (la Lola-Lola de El Ángel Azul) a principios de década y que le sirve para cantar una de sus famosas canciones: See what the boys in the back room will have. Precisamente y como ya se ha dicho su participación y la del mismo Stewart es otro de los puntos a favor para acercarse a este Western diferente dirigido con funcionalidad clásica por uno de esos directores desconocidos pero de larga trayectoria desde el alborear del cine, George Marshall, quien se especializó en Westerns y comedias y retomó la misma historia años más tarde (Destry,1954). Un argumento que adapta una novela del prolífico Max Brand que poco o nada tiene que ver con ella y que ya fue llevada al cine con anterioridad en 1932 en un film protagonizado por el primer vaquero de HollywoodTom Mix.

El debut de Stewart en un género en el que y del que sería un icono pasa por ser un divertimento sencillo, una suerte de farsa del género que merece ser vista como curiosidad al tratarse de un Western inusual que también sirvió de estreno para la Dietrich en el cine de vaqueros y que logra entretener sin más, pasando a la historia en segundo plano y más si se tiene en consideración el año de su realización, añada tildada por muchos como la mejor para el cine "Hollywoodense" pues en ella se estrenaron clásicos del cine americano tales como El Mago de OzLo Que El viento Se LlevóCaballero Sin Espada o La Diligencia, las cuales más allá de su calidad significaron hitos en diversos aspectos y provocaron un indudable impacto en uno u otro sentido.

6/4/11

Shaft/Las Noches Rojas de Harlem



Shaft, Gordon Parks,1971, EEUU, Richard Roundtree, Moses Gunn, Charles Cioffi.

No es el primero, puede que sea el mejor pero sin duda es el blaxploitation por antonomasia o al menos el producto más conocido, el que dio pistoletazo de salida a una serie de películas destinadas al incipiente mercado de la audiencia afroamericana de inicios de la década de los setenta y que de manera sorprendente en este caso cosechó un gran éxito comercial, constituyéndose en todo un "crossover" y gozando aún en la actualidad de estatus de película de culto...y es que el detective John Shaft es un tipo construido con acierto desde el carisma aportado por el actor que lo encarna (Richard Roundtree), la impresionante banda sonora de Isaac Hayes y/o algunos aspectos que elevan la calidad del resultado por encima -muy por encima- de la media del género. Sin duda la Metro dio en el blanco con este movimiento dirigido a atraer público de color y las cuentas lo demuestran: con un coste de medio millón de dólares la recaudación se disparó hasta los 13.

El primer filme comercial con protagonista absoluto negro está basado en el personaje del escritor y guionista -blanco- Ernest Tidyman y bajo la batuta del multifacético Gordon Parks (el primer director afroamericano en dirigir para un estudio Grande) se erige en un tipo representativo de la época, versión negra de Bond o Bullitt (según reza su publicidad) y de Harry, chico duro y viril que puede con todo lo que se interpone en su camino; Shaft es un héroe carismático, desafiante y orgulloso que no duda en emplear métodos expeditivos. El tratamiento explícito dado a la violencia (aunque acostumbrados a los estandares actuales no nos sorprenda) comenzaba en aquellos años y este film es buen ejemplo de ello resaltando sin embargo, aun más, la exposición franca del sexo (interesante la presentación del acto sexual) llegando a plantear un encuentro interracial.



El retrato de los bajos fondos de una gran urbe facilitado por el buen uso de las excelentes localizaciones y cierto aire "noir" combinados con un ritmo en la acción rápido y un guión que respeta el "tempo" de manera notable en el inicio de la narración aunque posteriormente decaiga hasta alcanzar un final abierto pero fallido por anticlimático, confieren al filme un plus de calidad que se adereza con la composición de Roundtree y, en especial, la banda sonora de Hayes y deriva en una película entretenida y más que digna. Un policiaco que no desentona y está a la altura del resto de personajes similares que poblaban la cartelera de la época e incluso un punto por encima de alguno de ellos y unos cuantos de los vengadores justicieros que vinieron -y vienen- después.

El blaxploitation más rentable de la historia desbrozó de manera definitiva el camino abierto por el mismo Gordon Parks (The Learning Tree,1969) y sobretodo por "Ataúd" Johnson y "Sepulturero" Jones, un par de duros detectives de Harlem creados por Chester Himes que fueron llevados al cine en 1970 por Ossie Davis (Cotton comes to Harlem); un camino que señalizó una de los filmes más experimentales, crudos y políticamente incorrectos de la historia dirigido, escrito, producido e interpretado por Melvin Van Peebles (Sweet Sweetback's Baadasssss Song,1971) cuya rudeza inconveniente para la sociedad norteamericana se torna más edulcorada de tal modo que la operación mercantil de la MGM queda consumada en este film de culto que sitúa a un afroamericano en el centro de la acción, leitmotiv de un género que vivió su apogeo en los '70 con modo estereotipado y diferentes subgéneros cuyos ingredientes principales ya los avisa el filme que nos ocupa: lenguaje coloquial, sexo, violencia, ambiente urbano y por supuesto una peculiar estética propia de aquella década (a quien le guste encontrará, sin duda, un valor añadido en el filme). En cualquier caso y de manera independiente a la mayor o menor calidad de este tipo de cine es obvio que posibilitó el advenimiento de los Spike Lee o los John Singleton posteriores e influenció a directores que gozan de reputado prestigio en la actualidad, en este sentido, Tarantino y su Jackie Brown es indudable homenaje al género permitiéndose, incluso, recuperar a Pam Grier quien encarnó junto a Tamara Dobson el álter ego femenino de los John Shaft y Youngblood Priest en algunas películas del género.



Sea como producto destinado a copar un nuevo mercado o como proclama reivindicativa de una comunidad históricamente vapuleada inserta en un período clave de su devenir social (los tiempos en que Tommie Smith y John Carlos alzaron sus puños eran los mismos) esta historia se constituye como obra entretenida y ágil dada su elevada dosis de acción y germinó en género,además, se le debe prestar atención de manera particular por su condición de obra seminal del mismo. El prototipo de detective duro que presenta es más que decente y captura por momentos su esencia y el ambiente por el que se mueven los Marlowe,Spade y compañía del más clásico y puro "hardboiled".