20/3/13

El Sorprendente Dr. Clitterhouse


The Amazing Dr. Clitterhouse, Anatole Litvak, 1938, EEUU, Edward G. Robinson, Claire Trevor, Humphrey Bogart.

El Sorprendente Dr. Clitterhouse es una propuesta interesante y no ya por reunir a sus dos actores masculinos principales (Edward G. Robinson, una de las grandes estrellas de la época y Humphrey Bogart, a punto de abandonar su estatus de actor de reparto para convertirse en uno de los mayores iconos de la historia del cine), sino por poner sobre el tapete algunas cuestiones morales relacionadas con el mundo criminológico y, por ello, social, por desarrollar una línea argumental cuya intriga y tensión resisten en las dos partes del filme los embates del tiempo y de la amalgama de géneros que comprende y, por último, por encontrar algún hallazgo visual premonitorio del cine negro venidero. Por supuesto, la película es recordada por esa reunión de los dos actores mencionados, quienes, por cierto, volvieron a coincidir una década más tarde con su "partenaire" femenina (la estupenda Claire Trevor) en una obra del guionista de esta película a la que el propio Bogart se refería, según las malas lenguas, como El Dr. Clítoris. La contribución de John Huston, otra personalidad cinematográfica importante, a la hora de adaptar la obra teatral de Barré Lyndon (seudónimo del autor inglés Alfred Edgar, quien también desarrolló, a su vez, una sugerente trayectoria como guionista) es otro de los elementos que pueden atraer la atención sobre este producto. Un film que se resiente de la mezcolanza de géneros que lo conforman y que cuando abandona la querencia por  un sentido del humor bastante envejecido eleva su tono e interés que vuelve a quedar lastrado en una resolución que se atreve con el drama judicial tan en boga décadas después, quizás porque vuelve a insistir en la vertiente cómica, pero que supone una conclusión curiosa y sorprendente para los estándares del Código. Antes, un efectivo y notable giro en la trama deriva en unas imágenes precursoras del más genuino cine negro dentro del contexto de un original cine de gánsteres, sin duda, las mejores escenas de la película.


La mano de Anatole Litvak, realizador de origen europeo, ágil en el manejo de la cámara, eficaz y capacitado para construir sólidas atmósferas de inquietante suspense, da cuerpo al guión escrito al alimón por Huston y John Wexley y dota a la gala de cierta entidad, siendo ésta manifiesta en los momentos en los que la película se decide por los temas propios del futuro negro. Por contra, cuando la película se aproxima a los parámetros de la comedia encanece, por lo general, bastante, circunstancia que unida a una excesiva verbalización (predominante en el inicio y a la hora de explicar las motivaciones del personaje principal) provoca que la película flaquee en ciertos momentos. Otrosí son algunas cuestiones propias de la época (desde el maquillaje de los intérpretes hasta la sala de operaciones) que, probablemente, actuarán de lastre para la audiencia contemporánea. Aún con esta irregularidad, esta inusual película es una opción atractiva en su conjunto, reforzada por la presencia y labor de su trío protagonista y un nutrido grupo de actores de reparto consolidados (Donald Crisp, Ward Bond) y eso sin olvidar, en otro orden de cosas, el peculiar acercamiento que supone hacia el origen del delito y la figura del delincuente, ahondando en preocupaciones criminológicas mostradas por el cine coetáneo. Un debate abordado sucintamente pero planteado como excusa argumental primordial que sirve para desplegar una película amena que si hubiera decidido  profundizar en él o inclinarse hacia su vertiente de ficción criminal, podría haber subido muchos enteros. Su indecisión en este sentido la acaba por alojar en  un plano menor pero decoroso y meritorio. Buena opción para disfrutar las dotes interpretativas de una de las actrices totémicas del cine negro (Claire Trevor) y del siempre correcto Robinson, además de para comprobar como se defendía Bogart en los papeles habituales a los que se veía constreñido antes de convertirse en figura icónica del medio. El Sorprendente Dr. Clitterhouse es, en definitiva, una alternativa nada desdeñable que a buen seguro nos hará valorar sus méritos y disculpar sus debilidades, dejando un buen sabor final en el paladar del aficionado al cine, constituyendo una apuesta más que correcta y decididamente atractiva en determinados momentos.


Las imágenes se han encontrado en la Red tras búsqueda con Google y se utilizan únicamente con fines de ilustración. Los derechos están reservados por sus creadores.


2 comentarios:

  1. Estupenda la reseña y me la apunto ya para buscarla.

    Saludos
    Roy

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A ver que te parece si la ves, desde luego puede entretener aun siendo una película menor. Un saludo, Juez.

      Eliminar