7/6/15

Ocho Sentencias de Muerte


Kind Hearts and Coronets, Robert Hamer, GB, 1949, Dennis Price, Valerie Hobson, Alec Guinness.

Absolutamente amoral, verdaderamente subversiva y realmente divertida, posiblemente la comedia más negra de la Historia del Cine, todo un atentado contra las buenas costumbres de la encorsetada sociedad inglesa, dardo envenenado que se clava en pilares como las clases sociales o la familia y andanada con muy mala uva contra todos los convencionalismos morales al uso. Así podemos considerar a esta película destilada por la Ealing, la compañía que dirigida por Michael Balcon (uno de los productores clave del cine británico en su etapa de esplendor) ha pasado a la posterioridad por una serie de comedias rodadas a finales de los cuarenta y hasta la mitad de la década siguiente desbordantes de exquisito humor negro, aunque en honor a la verdad desde esta ilustre compañía se han facturado más que comedias. En fin, para dar ejemplo de esa brillantez del cine británico en el período inmediatamente posterior a la II Guerra Mundial y para representar esas sátiras del citado estudio nada mejor que esta atrevida película en la que se puede disfrutar de un definitorio humor negro a partir de una premisa que haría las  delicias del mismísimo Thomas De Quincey. Un punto de partida ya de por sí audaz cuyo tratamiento por parte de Robert Hamer (realizador "maldito" de corta pero interesante trayectoria) acaba por convertirlo en todo un Coup d'État a los protocolos sociales y en acto de irreverencia extrema. El buen gusto en llevar el negro asunto por los derroteros del fino humor posibilita que el espectador asista divertido a una función por la que los personajes van siendo asesinados de múltiples maneras por el protagonista quien no duda en recurrir al ahogamiento y al envenenamiento, a provocar incendios o a desenvolverse a tiro limpio hasta alcanzar sus metas. Como ven se trata de un "héroe" al que podemos tildar de sociópata así como de premonitorio "serial-killer" -a buen seguro que el propio Patrick Bateman tomó nota de los actos de este Louis Mazzini- pero todo ello sin perder un ápice de compostura y ni una sola de sus elegantes maneras. No sólo aparece la cuestión delicada del asesinato en las andanzas del diabólico y calculador Mazzini sino que los "affaires" extramaritales hacen acto de presencia de manera diáfana y contundente, circunstancia que amplía el espectro de "anti-establishment" que podemos constatar en esta singular película, quizá la más salvaje, atroz y amoral de las que se rodaran en la Ealing. Y si alguien piensa que esto es exagerado únicamente hay que fijarse en el año de realización, poco después de terminada una conflagración que desarrollada a nivel mundial dejó una cantidad inusitada de víctimas. No obstante, el tono distante empleado evita la indecencia y el mal gusto hasta tornar un tema tan delicado en algo sumamente divertido, la audacia del objeto se convierte en causticidad humorística extrema y sus efectos corrosivos quedan como mordaz socarronería en el marco de un arriesgado pero triunfal ejercicio de humor a la inglesa.


Como digo un objeto aún muy crudo para la mayoría ¡imaginen recién terminada la II Guerra Mundial! que le sirve a Hamer, Balcon y compañía para lanzar un golpe directo al orden establecido que quien sabe si hubiera podido ser incluido por el Marqués de Queensberry en sus reglas, el caso es que estructurada en viñetas la andanada se descarga de manera unitaria sobre el tradicional sistema de clases, los convencionalismos morales e instituciones tan sacralizadas como la familia, con un despliegue de garbo e ingenio compuesto de fino humor y acerada ironía que hacen de ella la definición de comedia negra y, por supuesto, una recomendación obligada para los cinéfilos y también para los amantes de las Artes porque los ecos literarios asoman ya por el título original (basado en un poema de Tennyson) y los melómanos se congratularán por encontrar un fragmento de una famosa obra de Mozart en la partitura firmada por Ernest Irving. La adaptación con algún cambio de calado (comenzando por el origen judío del protagonista y por su apellido, coincidente con el de otro célebre productor inglés de la época) que Hamer y su co-guionista John Dighton hacen de la novela de Roy Horniman escrita a principios del siglo pasado ha quedado para la posteridad como una estupenda película, qué duda cabe.


Por último, no podemos dejar de hacer mención al auténtico tour de force que acomete Alec Guinness para la ocasión, los unánimes parabienes hacia su actuación en la que interpreta hasta a ocho miembros de la familia D'Ascoyne (incluida una sufragista, un pastor y un capitán de barco inglés) refrendan el fantástico trabajo de caracterización y su capacidad de hombre-orquesta, así como destacable es también la labor de Dennis Price como el depravado, diabólico y vengativo asesino de refinadas maneras y distinguida dicción que demuestra su habilidad para despachar a sus parientes de variadas formas pero siempre con una frialdad y serenidad acongojantes. Su calculador personaje que se conduce con obstinada y aterradora determinación nos desgrana a través de su voz en off (recurso éste de la narración en primera persona que también utiliza Easton Ellis en su best-seller, por cierto, y que otorga al relato apariencia de normalidad) la, posiblemente, comedia más negra de la historia del cine. Imprescindible que usted se haga con una copia de la edición que Criterion editó hace pocos años.


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