25/12/15

Marte/The Martian


Tenía previsto desde su estreno ir a ver la última de Ridley Scott, un tío al que le perdí hace años la pista por la falta de interés que tienen para mí sus proyectos cineros, excepción mediante de la precuela de aquella interesante Alien o de esta otra incursión en la ciencia-ficción. Así que ante el riesgo inminente de abducción definitiva por la Estrella de la Muerte por fin he podido, y esto es un decir, disfrutarla. La cosa empezaba bien: ganas -aunque bien es cierto que cada vez menos porque el momento ya había pasado y es que muchas cosas son como el fumar, que hay que aguantar el arreón inicial, apretar los dientes, cerrar los ojos y hacer un "OOOmmmmmm" (ale, ya tienen muchos y muchas el propósito de año nuevo y su libro de instrucciones)- y un estupendo hilo musical sonando en el momento que despachaba un asunto que hay que atender cuando uno se dispone a encerrarse durante más de dos horas en cualquier sitio, como es el caso para ver una película o como lo pueda ser cuando uno sube al tren o al avión. Lo cierto es que la costumbre de amenizar este momento me parece de lo más curiosa pero como digo estaba muy bien con Marvin y Tammi entonando aquella canción redescubierta para muchos hace unos años, ya no recuerdo si por un anuncio o por su inclusión en una banda sonora.


Tengo tiempo para aburrirme y aburrirte
En fin, que de esta guisa me sentaba yo en la oscuridad de la sala (hoy en día algo así como el lado oscuro si uno no va a ver la que ustedes ya saben) donde se proyectaba esta nueva "americanada". Porque esto es, ni más ni menos, esta laaaarguíiiiiisima aventura espacial de supervivencia por la que, por un lado, desfilan multitud de clichés y estereotipos propios del cine más comercial junto con situaciones  y reacciones más que inverosímiles y, por el otro, una verborrea más o menos científica que nos intenta alumbrar la peripecia del astronauta perdido en el planeta más fascinante por goleada para los humanos pero que no consigue ni por asomo adentrarnos en la tensión que una lucha por sobrevivir debería tener. La cascada de acontecimientos trillados y por ello esperados hace que uno se pregunte ya durante la proyección si todo el dineral que ha debido costar esto no se podría haber destinado a algo más provechoso. Andaba yo con ese pensamiento cuando otro me asaltó y es la inevitable comparación con la famosa madre que de casi todas las películas espaciales se acaba haciendo uno mismo e intuyo que muchos, hasta el propio Scott diría yo. Y, quizá por ello, éste haya optado por una banda sonora con varias canciones disco (lo digo por aquello de contraponer la música escogida por Kubrick con una que se considera en las antípodas y a la que sea dicho de paso servidor le profesa cierta simpatía, aprovecho para lanzar un consejo: esperen al menos hasta el inicio de los títulos de crédito). Precisamente, lo mejor de la película es el extraordinario tema de Bowie que suena -sin olvidar el de los O'Jays que parafraseó aquel programa televisivo-, y también salvo la recreación que se hace de Marte con la que, a veces, se consigue transmitir esa supuesta soledad que debe sentir el personaje central, y poco más, acaso los artilugios y decorados científicos y el tímido esbozo que se plantea del trabajo conjunto entre países (de hecho, un poquito antes de salir los chinos andaba yo discurriendo que una misión conjunta multilateral podría salvar al héroe y podría ser algo un pelín más original que los derroteros escogidos. Pero claro, quién soy yo para decirle nada al señor Scott).




Por lo demás, aburrimiento y, además, bastante. Ni las ganas con las que uno iba han podido vencerlo y es que estas han desaparecido tras la introducción, cuando he caído que no debí mirar la duración de la película porque es ahí, cuando el planteamiento arriesgado se ha puesto en marcha, cuando he temido que  decidir estirarlo hasta las casi dos horas y media y que resultara algo entretenido podía ser harto complicado. Mis premoniciones se han cumplido. Ahórrensela.

El vídeo y las fotos se ponen para aclarar más las cosas. Por si acaso aquí queda dicho lo de sus derechos.

2 comentarios:

  1. No seas tan duro con la película. Al menos, los exteriores recuerdan los westerns de John Ford (salvando las distancias).

    ¡Felices fiestas!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Veo que alguien está imbuido de espíritu navideño. Pues hago de Mr. Scrooge, ale, y me reafirmo en que me aburrí soberanamente con este cuento ya contado por Hollywú. Aunque algo de verdad tiene eso del Monument Valley fordiano. Bueno, felices fiestas igualmente.

      Eliminar